16 de junio de 2013

Diego (Mucho antes de morir)



Photo credit: Wiros / Foter.com / CC BY-SA



Me llamo Diego, tengo el pelo oscuro como la noche aunque si lo alborotas un poco puedes descubrir algunas canas, quizá te parezcan estrellas fugaces, es porque aparento ser más joven, me lo dicen a menudo. Soy responsable de recursos humanos en una pequeña empresa de unos mil trabajadores, es posible que no te parezca tan pequeña pero lo es para mis aspiraciones y mi capacidad. Nunca me ha temblado el pulso a la hora de tomar decisiones difíciles, qué va, y no temo enfrentarme a nadie si creo que la causa es justa. Siempre medito mucho antes de dar cualquier paso importante. Pero hay ocasiones en las que me llego a sentir ruin y despreciable: ayer tuve que despedir a 56 personas, entre ellas a mi mejor amigo, omito el nombre porque no creo que te interese y porque me dolerá en el alma si de mi boca llega a mis oídos. Ayer, después de hacer pública la lista de los, entre comillas, prescindibles, mi amigo vino a visitarme a casa. No creo que sea necesario entrar en detalles pero te baste con saber que me llamó hijo de la gran puta y me marcó con un puñetazo que ha dejado una marca visible en mi cara y otra invisible y de un color horrible en algún lugar quizá llamado alma, hoy dudo mucho tener algo como eso, me refiero al alma pero también a un amigo.

No le di ni una sola explicación… ¿Te aprieta? Si te aprieta dímelo y aflojo un poco, lo único que te exijo es que no me mires, no quiero ver reflejada mi culpa en el reflejo de tus ojos. Eso sí, te permito verme o sentirme, como tú gustes, con cualquiera de los otros cuatro sentidos. Pero ya entraremos en detalles más adelante, ahora necesito, y harás lo que te diga, que me escuches. Como ya te he dicho, medito mucho antes de tomar cualquier decisión. A grandes rasgos el enunciado del problema es éste: Han caído las ventas. Hay exceso de producción y por lo tanto de almacenaje o stock, esta última palabra no me gusta una mierda aunque he de confesarte, y perdona el chiste malo, que siempre que voy a visitar a una de las empresas del grupo dedicada a la venta de material eléctrico les hago la gracia de que si no sacan el género que se va quedando obsoleto al final les va a dar un “electrostock”. Bromas a parte, no recuerdo haberte pedido que te rías; el problema, que era lo que te estaba contando, consistía básicamente en que nos sobraba personal, tanto administrativo como de producción. El grupo de inversión con más activos en la empresa había empezado a presionar con contundencia al segundo mes de pérdidas. ¿Sabes lo jodido que es no poder culpar a nadie en concreto? ¿Cómo demonios le dices a tu mejor amigo que “un grupo de inversión”…? ¿Qué cojones es eso? Al final la responsabilidad siempre cae en los mismos: al que vigila la zona azul, al responsable de planta, al hijo de la gran puta de recursos humanos… Lo medité mucho, muchísimo… Tampoco te he pedido que hables, ni siquiera te he dado permiso para que asientas ni tampoco para que muestres tu comprensión, así que cállate. Mientras te hablo te exijo que me escuches, solo tienes que hacer eso, ¿es tan difícil?. 


¿Te duele, verdad? A mi me pasa lo mismo, es como si alguien me tirara del pelo hasta hacerme daño, alguien a quien no puedo ver llamado grupo de inversión. Pues bien, yo soy tu grupo de inversión, te voy a exigir a través de la insinuación agresiva que hagas lo que te pido, me da igual cómo lo plantees o cómo lo ejecutes, lo que me importa es el resultado. Y no me vengas con el sobado dicho de que el fin no justifica los medios. No estoy para frasecitas hechas, lo que quiero es acción no palabrería. Toma, coge esto, es un objeto para causar dolor, palpa su forma y su textura. ¿Impresiona, verdad? No tengas miedo, la víctima voy a ser yo, necesito aliviar mi culpa. Pero antes de que te dé las órdenes pertinentes quiero seguir contándote el porqué de mi decisión y cómo llegué a incluir a mi mejor amigo en la lista de prescindibles:




1 comentario:

  1. ¿Sabes lo jodido que es no poder culpar a nadie en concreto?...

    ¿tú sabes que te adoro verdad? vale, pues sigo leyendo...

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