5 de diciembre de 2010

Desierto de hielo
Los bosques de Phéser (III)




No había dicho nada desde que lo saqué de la taberna. Ahora me mira en silencio y con curiosidad. Es un animal alerta, gacela y guepardo a la vez.

Un soplo de brisa me acaricia la piel como una pincelada rápida sobre lienzo. Miro fijamente a Bohemundo, calculo su estado de embriaguez. Sus ojos: delgados relámpagos rojos cruzan su esclerótica; más adentro: danzas airadas revolotean como una nube de estorninos enajenados .
No reconozco a este hombre. No hallo rastro de Bochán, alguien borró las huellas del sendero a conciencia.

- ¿Dónde dejaste tu memoria?- Le pregunto abiertamente.

Silencio y chicharras.
Viento y silencio.

Mi mente trabaja a velocidad eléctrica.
Bohemundo frunce el ceño y aprieta los labios, sus mandíbulas son un cepo cerrado mientras respira como un fuelle por la nariz. Sabe qué estoy intentando hacer, su rostro se enrojece irritado por ortigas de sangre biliosa y negra.
No le aparto la mirada e insisto, busco el enlace en su mente. Miles de palabras se revientan como huevos contra un muro de cráneo: amor, locura, camino, peldaño, pérdida, corazón, revuelta, miedo, ternura, amistad, ¿aunque sea sólo amistad?, amistad, amigo, amiga, ¿sólo amistad?, amistad...
¡Veo grietas en la tierra que el mar se encarga de tapar rápidamente!
Sé que está ahí. Amistad, amistad, rechazo, desprecio.

¡DESPRECIO!

Bohemundo intentó alejarse del sufrimiento en los bosques de Phéser. Era un buen enlazador y supo hacerlo muy bien, ahora no es capaz de llorar o de reír.
Bohemundo se cerró al sentimiento, Bohemundo ahora es “cosa”. Ese es el enlace.

Apretó sus puños tan fuerte que parecía tener la intención de hacer fino polvo del viento, sus músculos se tensaron haciendo su cuerpo más voluminoso.
Si se defiende lo hará atacando.
Bestia parda en clara noche al pie de su madriguera: Instinto.

Yo seguía sin apartarle la mirada y solo veía sus ojos, su figura se difuminaba como un espectro indeciso y los bosques habían desaparecido por completo.
Solo sus ojos.

“Bohemundo es ‘cosa’, ese es el enlace.”
De nuevo utilicé la magia de la empatía con las cosas, esta vez con Bochán. Me puse en su lugar, vi mis ojos, me vi a mí y vi los bosques. Pero los bosques eran distintos, una pequeña parte, detrás del lago Kinshuó, aparecía en su visión como un desierto de hielo donde solo poblaban a sus anchas afiladas aristas, como guadañas mortales de ángeles blancos.
No pude cazar ni una mínima brizna de los pensamientos de Bochán ni de sus sentimientos, se había cerrado como una ostra atosigada por un gato juguetón.

Forcé con cautela.
Más por intuición que por conocimiento hilé una palabra estrella en aquel oscuro universo (no sabría pronunciarla, es una de esas palabras que se dicen con la mirada), y como la luz entre las rendijas de una puerta me colé en uno de los pasajes de la historia de Bohemundo, un momento feliz.

“Sólo era una sensación, un largo instante de felicidad y de alegría, como en un recuerdo infantil, pero que se distorsionaba; algo parecido a cuando se mezclan las señales de dos emisoras de radio. Sentí que Bohemundo intentaba mantener una amistad con alguien y el sutil rechazo que recibía.“

Me atacó, quería impedir a toda costa que me adentrara en su memoria olvidada. Me lanzó palabras que los ojos no pueden interpretar, que los oídos no son capaces de escuchar; palabras que se sienten en la piel: los proyectiles de una metralleta cargada de agujas.

Volví a mí.

Volvía a ver sus ojos y el bosque sin desierto. Me concentré en mi respiración, alejé cualquier pensamiento y le mantuve la mirada.

La cosa se ponía fea. Bochán siempre había sido un cabezota y un buen maestro. Me conocía bien y sabía cómo evitar y rechazar todos mis intentos de penetrar en su interior, aunque no fuera capaz de recordarme. Siempre queda un poso.

“Tendré que caminar por su frío desierto... si sé cómo encontrarlo.”




6 comentarios:

  1. Ay ay ayaaayayayayayayayaaaaaaaaay... ¡me ha encantao! más, más, más, maaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaasssss...

    "¿dónde está tu memoria?" Narrador es taaaaaaan valiente al hacer esta pregunta de manera directa que, desde hoy, será mi referente. Y cuando descubre el silencio masticado (no había posibilidad de otra respuesta)y se da cuenta del esfuerzo que supone olvidar el dolor, sé que le da más potencia para usar la magia empática; sopesando que el dolor será sentido por él también (el suyo propio más el de Bohemundo) ¡qué difícil!

    "Forcé con cautela"...así será un buen tejedor...de eso estoy segura.... y si es capaz de aguantar la mirada perdida de un "loco", más aún...

    El desierto yo, ya lo veo aquí arriba, en mi cabeza...está aquí; fuerza y energía wena para Jonás... ¡que esto no acabe nunca!

    beeeeeeeeeeeeeeeeeeesos

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  2. Aprendo a ser empática, pero ¿como encontrar el enlace que me lleve al centro de la memoria? Allí donde no hay tuya ni mía, sino solo "la memoria"
    ¿Dónde dejaste la memoria? Buena pregunta para que la mente se quede sin palabras, mu buena.
    Rove... Te superas cada día
    Intentaré encontrar el enlace... Muuuask

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. Madre mía... Eres un lujazo para los ojos del lector de toda clase y condición.

    Bendito sea!!! es impresionante lo bien que escribes!!!

    Mira que había visto veces tu nick..pero no había, hasta hoy, pinchado en él... Ya eres fijo en los enlaces del blog de relatos..y serás un fijo en mi lectura diaria.

    Enhorabuena por todas tus palabras.

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  5. La verdad es que la historia de Bohemundo se escribe sola. Narrador no tiene ni idea de qué pasará.
    Así que me sumo a vuestros comentarios, aunque sea raro. Pero es que yo también quiero descubrir cómo sigue esta historia.

    Muchas gracias por los ánimos, como siempre.
    Gracias María por animar a Jonás.
    Gracias Mamatere por ir en busca del enlace.
    Gracias Raul por tus palabras, no sabes la envidia que me da todas esas cosas que hacéis por el Casa.

    Un abrazo!!!!

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  6. Se había cerrado como una ostra atosigada por un gato juguetón, además en un desierto de hielo.
    Cuántas veces hacemos eso para evitar seguir adelante, el miedo y la cobardía nos paraliza, pero hay que seguir caminando por el frío desierto y llegar, aunque no sepamos como hacerlo, pero hay que intentarlo y seguir...
    Besicos muchos guapo.

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