6 de marzo de 2011

Vindiano - Primer intento


Mamá dice que estoy creciendo.


Hoy estuve paseando por la luna media con la garganta anudada a la mudez pero mis pensamientos no cesaban en su charlatanería. Yo quería apaciguarlos con canciones tontas o poemas en blanco, lo intenté con todas mis fuerzas, pero ellos no querían callar. Tengo tantas arrugas en el rostro que a veces creo que se esconden entre sus pliegues, entonces me estiro la piel y se desbordan de mis ojos algunas lágrimas. Pero ellos siguen ahí, voraces como el hambre, tejiendo su manto infinito en mi cabeza. ¡Oh, sí, son mis pensamientos pero no los controlo!.


Mamá dice que me estoy haciendo todo un hombrecito.


De inertes biberones me amamanto mientras que voy envejeciendo al compás de las piedras catedralicias. ¡Quiero hacer tantas cosas!. No puedo soportarlos, a ellos, a mis pensamientos. Su constante repicar me está volviendo loco de puertas para adentro. ¡Qué fácil es trabajar en lo invisible!. Me están destrozando, incluso han hecho agujeros en mis calcetines. Hoy los he dejado cabalgar sin montura y se han alzado sobre mí apoyados en sus cuartos traseros, querían derribarme, y luego han salido huyendo a toda prisa quién sabe dónde.


Mamá dice que cada día estoy más guapo.


Voy a ponerles fin de una vez para siempre, no soy capaz de soportar este acoso desmedido, para ello he trazado un plan de actuación, todo un algoritmo minucioso y escueto. Llevo pensándolo mucho tiempo, lo he pensado y repensado, le he dado mil vueltas y lo he vuelto a pensar. No puede fallar, es el plan perfecto.


Hoy mamá me ha pasado una mano por el pelo.


Una bandada de estorninos ha cruzado el cielo esta mañana mientras iba paseando. Me han recordado tanto a mis pensamientos (negros, en grupo, de pico afilado, perfectos en su vuelo) que me he quedado mirándolos hasta verlos desaparecer dirección al horizonte. Es imposible contener tantos pensamientos. No lo entenderíais, es casi doloroso. Por eso he creado un plan, porque es algo imperiosamente necesario para continuar, porque yo quiero ser feliz. ¡Ya basta! ¡Dejadme en paz!


Mamá me ha dicho que tengo que comer más.


Quiero llorar... Me he asomado un poco al ábside anormal de mi abismo y he encontrado algo de paz en su espectral vacío. No puede fallar, mi plan no puede fallar. Lo tengo todo medido y calculado. Será esta noche, cuando den las doce; entonces lo pondré en marcha. ¿Habéis visto alguna vez la aguja de una máquina de coser en funcionamiento? Así son mis pensamientos, punzadas sobre tela.
Es el plan perfecto, perfecto. ¡Oh sí, me muero de ganas de que esto acabe de una vez!


Mamá me ha dejado con cuidado sobre la cuna y me ha cantado una canción muy agradable. Yo le he sonreído y sus ojos se han llenado de luz. No es fácil sonreír cuando duelen tanto los pensamientos pero ver sus ojos iluminados es algo por lo que merece la pena el esfuerzo. Luego he cerrado los ojos y me he hecho el dormido. Mamá me ha rozado la mejilla con uno de sus dedos y ha salido del cuarto.


No sé en que momento ha empezado a volverse todo blanco. De repente mis pensamientos han empezado a convertirse en intermitentes balbuceos sin sentido. Me está costando mucho entenderlos. Es como si algo dentro de mi cabeza se estuviese reiniciando. Pero... ¿Y mi madre?. Yo ya fui pequeño una vez, ¿qué hago en este cuerpo? ¿por qué me cuesta tanto entender mis pensamientos?. Bu bu... eh... ta ta... ¿Qué es esta sensación tan blanca? Bu bu... aje... aje... Quiero llorar, quiero llorar, noto como empuja por todo mi cuerpo el llanto y se abre paso por mi garganta...
¡Buah... buah... buah!


No sé donde estoy, no hay nada visible alrededor ni nada definido. Esta vez he fallado, no he conseguido detener mis pensamientos, pero el plan era tan perfecto... Tengo que intentarlo de nuevo, necesito otro cuerpo, buscaré otro cuerpo. No quiero seguir errando como un fantasma, no puedo parar mis pensamientos.