26 de enero de 2013

Los pájaros


Photo credit: mireia. / Foter.com / CC BY-NC-ND


En mi desiderata, quizá la última, pido ser eternamente discente y aplicarme en toda disciplina con brío alegre y alta concentración, hasta en los besos, aunque sean labios arrugados y encías vacías quien en la ternura de su mustia carne los hagan salir a la pizarra y demostrar lo que aprendieron, y lo que saben. ¡Ojalá sienta de nuevo todo ese pavor escénico!  Aunque ya bailen niágaras en mis ojos, o en los suyos, y los restos del incendio den color a su desierto, o a su pelo. ¡Ojalá!

Y escucha lo que te digo: Pido ser eternamente discente hasta en la muerte, porque no quiero yo, tan viva, perderme tan única experiencia. Sí, además pido como deseo recordarla mucho tiempo después, que ya bastante olvidadiza he sido con las cosas del amor y las pequeñas alegrías. Algunas recuerdo, no te pienses, pero ya no sé si son verdad o fantasía. ¡Y poco que me ha de importar, la jodida, si es de escarcha ésta, la memoria mía!

Por eso hoy me preguntas qué te han hecho en el pelo, como si me hubiera dejado hacer; y no, es una elección mía. Le he pedido a Sonia, mi peluquera de siempre, la que tiene la peluquería en la calle Arrieta, que me pinte el pelo de azul. Y aquí estoy, dándole un espacio digno a mis pájaros para poder volar. No es tarde, no. A mis sesenta y tres años he descubierto cómo seguirlos, les he dado un cielo y ahora oigo sus trinos. Me voy tras ellos, a bailar.


20 de enero de 2013

El salto


Photo credit: аrtofdreaming / Foter.com / CC BY-NC-ND

Sigo aún en el aire desde que salté. 

El mundo es un cúmulo de constelaciones urbanas, de estrellas artificiales imitando al universo. Intocable materia brillante y sólo visible, eso es lo que contemplo desde aquí, desde lo alto. He debido de caer hacia arriba o, quizá, haya muerto ya y todo esto no sea más que una visión de mi alma errante, ¿o será mi alma errada? No sé. Se me ocurre, ahora, que entre la infinidad de números posibles podría elegir al azar uno muy alto, por ejemplo el ciento cincuenta mil trescientos tres. Pues bien, la ley de la gravedad no llega a 10 y es imposible (era) de vencer humanamente sin medios mecánicos. Flotar en el aire como un pez con alas es estar en el sistema respiratorio del mundo. Si no soy Dios, soy su antagonista; aunque me siento ambos a la vez. Lo único que me apetece es gritar hasta que mi voz inunde el mundo por completo, que mi voz sea el diluvio, el verdadero diluvio. Mi grito, roto como un cristal, deshaciéndose en gotas de sonido que resbalan sobre pieles desconocidas, mojándolas con mi liberación hasta ahogarlas presas de mi rabia inagotable. Gritar: ¡Soy yo quien está lloviendo!

Pero lo sé, lo más seguro es que el concepto del Yo no tenga sentido si no tengo cuerpo, y creo que éste yace destrozado como un asteroide sobre la calzada. Hago memoria, retrocedo mentalmente hasta un poquito antes de saltar, me veo en el salón de casa, parado frente al balcón. Mi pecho se eleva en una respiración poderosa y echo a correr, salto, un salto vigoroso, olímpico, como jamás creo haber dado, veo el asfalto de la calle y cierro los ojos. Por eso no sé si he caído, no debería haber cerrado los ojos. La próxima vez lo tendré presente: Si vas a quitarte la vida, estate atento a lo que haces.


6 de enero de 2013

El centro del trapecio


circus by Andy Barisa


Las oportunidades son como disparos. No como balas, ni tampoco como escopetas, como disparos. Y hoy han sonado unos cuantos. Todos perdidos o lejanos. Los he escuchado mientras la vida pasaba por delante de mí, inútil como un circo en el desierto polar antártico. Los he escuchado mientras la muerte avanzaba hacia mí, o yo hacia ella. La muerte o el tiempo, no me importa intercambiarles el nombre. Tengo la sensación de ser un astronauta flotando muerto en el espacio infinito, tan rodeado de belleza y abismo, tan rodeado de inmensidad y silencio… Por eso he decidido suicidarme. Voy a saltar desde el balcón.

Muchas veces la gente se pregunta qué será lo que se le pasa por la cabeza a alguien que decide quitarse la vida. Pues bien, eso es ni más ni menos lo que se le pasa por la cabeza: quitarse la vida. El porqué está de más, es tan absurdo como preguntarse por qué razón soy o por qué razón existo, no hay respuesta. 


Estoy apoyado en el balcón desde el que saltaré. Hace un día magnífico, un sol invernal limpio y potente calienta mi piel y yo me dejo hacer. Parecerá una contradicción pero es tan hermoso estar vivo, es tan inmensamente delicioso notar como esa estrella lo inunda todo y el viento me roza… Tengo los ojos cerrados y me siento tan tan vivo y tan libre que mi Yo se está desbordando. Soy un río de energía que necesita correr, seguir su curso. 
Me alejo del borde del balcón. Sin cerrar los ojos, pasito a pasito y marcha atrás, me meto dentro del salón, respiro con una tranquilidad que me llena de gozo. Pienso en tonterías, pienso que el aire es nuestro principal alimento, mucho más que el agua y la comida, y me río. Bueno, es solo una sonrisa. Siempre había escuchado que sin comida se podía aguantar con vida hasta una semana pero que sin agua la cantidad de tiempo se reducía a dos o tres días; y yo, justo antes de suicidarme, me doy cuenta de cual ha sido mi principal fuente de alimento.

Abro los ojos, inspiro consciente de hacerlo, echo a correr y salto.



Love of Lesbian - Oniria e Insomnia from Lyona Alyona on Vimeo.