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8 de febrero de 2014

La canción latido de Sena



Photo credit: Pablo Gómez Leal / Foter / CC BY-NC-ND



El corazón habita un hogar oscuro,
dentro de ti, en lo invisible.
Concretamente en tu pecho.
Cierra los ojos, siéntelo.
¡Palpita!
Ahora eres tu propio corazón
y el corazón no ve con la mirada
pero observa
y actúa.

No sabes otra cosa que abrirte y encogerte,
no sabes otra cosa que vaciar y llenar tu alma,
no sabes otra cosa que florecer y replegarte,
no sabes otra cosa que el perpetuo movimiento de tu ser.

Eres la esencia vaporosa de una acción continua,
un no pararte ante nada,
tuyo es el amor, tuya es la vida,
¡palpita!
Ama, late, yace.



Hacía años que no espiaba cantar a Sena en los tejados del Amaraun en una noche sin luna. Solo su vestido blanco reflejaba la poca luz que podía recoger. Pensé que su vestido era como el corazón sobre el que cantaba, que atraía la luz y la reflejaba, que daba y recibía; incapaz de hacer nada más. No era un corazón de músculo y sangre, era un corazón de luz y tejido. Y entonces, como en una revelación mística o en una locura brillante, sentí palpitar toda la energía invisible que fluía a través de la noche, y me sentí dentro de ella, en lo invisible, concretamente en su pecho. Cerré los ojos y palpité. Sentí diastolizarme (o llenarme) y opté por bajar de aquel tejado en una sístole respetuosa y calma.

Las canciones de Sena siempre me mueven, son la esencia vaporosa de una acción sin fin. Pero son sus canciones, y sentí vergüenza de oír su latir a escondidas. Así que cuando bajé a la calle y me alejé lo suficiente vomité toda aquella sangre, dejando en el suelo un charco incoloro donde se reflejaba el cielo nocturno.
Después corrí y corrí y no me paré ante nada, y sentí que mío era el amor y que mía era la vida, y palpité como pude con los pies sin dejar de correr: el pie derecho diastolizaba y el izquierdo sistolizaba. Y en la oscuridad de la noche tropecé. Y me dejé yacer en el suelo con el rostro carmín y azulado, pendiente del ritmo de mi respiración, incapaz de hacer nada más.


10 de noviembre de 2013

Sena y la oniria (Sanación)



Photo credit: teo_ladodicivideo / Foter.com / CC BY-NC-ND


-Todo esto es lo que te puedo contar, a partir de aquí el resto de la historia tiene 2 versiones que no conozco, la de Jonás y la de Alhadira -dijo Praix a Sena mirando hacia ningún lugar.

Sena asintió con la cabeza y se acercó hasta el camastro en el que entre pequeñas convulsiones parecía soñar Jonás. Habían pasado un par de horas desde que le aplicara el aceite de oniria y, después de conocer la historia, era el momento oportuno para una imposición de manos. Le pidió a Praix que viera lo que viera, pasase lo que pasase, no se acercara a ellos y mucho menos se le ocurriera la idea de tocarles. Sena cerró sus ojos con lentitud de caracol mientras juntaba las palmas de sus manos a la altura de su pecho. Pasados unos minutos separó sus manos posando una en la cabeza y la otra en el pecho de Jonás, sus labios temblaron alguna oración y el aire de la estancia se volvió denso y cálido como un río de lava. Praix se inquietó y miró hacia la puerta como si una amenaza externa fuera a entrar de un momento a otro, Sena palideció y Jonás se puso rígido como una barra de acero.


Miles de imágenes comenzaron a rebosar dentro de Sena, imágenes de recuerdos que no le pertenecían: una danza en un círculo de fuego, boxeadores en un parque, confetis entre luces de colores, un chicle en una zapatilla, un grito en la cima del mundo, un coche en el bosque, té y jengibre, pan de chocolate... Cientos de imágenes que Sena apenas podía relacionar ni comprender. Se dejó inundar por ellas y evitó su comprensión. Praix observaba el rostro de su amiga cambiar y mezclarse entre lágrimas y sonrisas, entre muecas incomprensibles y gestos absurdos e intentó no preocuparse.

Sena sabía qué hacer. De los imaginartesanos aprendió a crear como ellos, aún no era capaz de mantener una proyección como es debido pero podía hacerla visible durante unos segundos. Y en ese mismo instante, mientras seguía inundándose de imágenes ajenas, se le ocurrió que quizá podría crear una proyección dentro de su amigo, una proyección con la suficiente fuerza como para sanar el disparo. Y lo hizo:

Una mujer aún sin nombre y con ropa de mariposas caminaba descalza por el lado de un puente mientras el sonido de un banjo acompañaba la escena, por el otro lado avanzaba Jonás trajeado con globos. Al llegar ambos al ábside no se abrazaron, solo se miraron, se dijeron un sí y saltaron al río, hacia su desembocadura.




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El puente de los abrazos





31 de octubre de 2013

El puente de los abrazos




Photo credit: tetegil / Foter.com / CC BY-NC-SA


En aquella parte de Entremundos había muchos tipos de puentes pero éste formaba parte del paisaje, lo enriquecía. Era uno de esos tipos de puente que imaginas cuando piensas en la palabra: Construido en piedra, con arcos apuntados; un puente curvo, con pretiles y calzada; un puente que une las dos orillas paralelas de un río; más que eso: era un puente de peregrinos. Me quedé suspendida sobre la rama del arce, elegí este árbol porque me fascina su otoño, pero la rama cedió por mi peso hasta quedarse la parte inferior en contacto con el agua. De vez en cuando me salpicaban algunas gotas y dos ramitas comenzaron a chocar entre sí haciendo un sonido constante de claqueta. Aquel ruido acabaría delatándome. Decidí cambiarme de rama o de árbol pero una sombra invadió el puente y me quedé, tan quieta como un jugador de ajedrez concentrado en un movimiento importante me quedé. Pensé, y creí, que mucho más natural acabaría pareciendo el ruido de un par de ramas que chocan entre sí mecidas por el agua que los movimientos de un cuerpo haciendo el mono, así que me quedé donde estaba, con suerte y la ayuda de la penumbra no me verían. Unas gotas de agua me salpicaron a la cara, las ignoré, como también ignoré el frío que intentaba invadirme, el sitio elegido se había vuelto incómodo pero ya no había marcha atrás. Creo que era Alhadira la que comenzó a avanzar hacia el ábside de la calzada del puente desde la margen izquierda, me pareció que llevaba el pelo cubierto con un gorro de lana de color gris y un abrigo ajustado, Jonás iba a su encuentro desde el lado derecho ataviado con un comando oscuro. Se pararon un segundo, como indecisos, después se abrazaron, un abrazo de reconocimiento y búsqueda aunque a mí me pareció el abrazo de dos seres perdidos. Alhadira se quedó mirando hacia el origen del río mientras que Jonás lo hacía a su destino. A mí esos detalles me llaman mucho la atención y te diría que me pareció un gesto muy simbólico: ella mirando al pasado, él al futuro, y el presente representado como un abrazo sobre un río imparable. Menuda imagen, ¡qué fuerza!

En mi humilde opinión, que a pesar de ser humilde lleva consigo el peso de todos los siglos vividos, y ya son muchos, los abrazos son tan bonitos como peligrosos, tienen un lado oscuro. Te hacen mirar por encima del hombro de la otra persona y en dirección opuesta, por eso pienso que es mejor cerrar los ojos en un abrazo. Desde donde me encontraba no distinguía sus ojos pero tengo mis intuiciones sobre aquel encuentro, como buena guardiana me las guardo para mí pero ya se verá.

Sé que la función de un enlazador es coser coincidencias, hechos, sueños, señales… Y quizás Jonás sea el mejor de los últimos tiempos pero créeme Ventura que esta vez no se enteró de nada, parecía que el río fluía por su corazón y por su cabeza en vez de por el cauce. Y ahora viene lo extraño, la razón por la que te cuento todo esto: Jonás y Alhadira decidieron dar un paseo bordeando el margen por el que yo estaba escondida. Creo que Jonás se había olvidado por completo de que yo andaba por allí esa noche y estoy segura de que no me vieron pero sí que miraron hacia donde me escondía, era imposible obviar el clac clac de las ramas. Estaban muy cerca y pude escuchar sus palabras. Jugaron a que aquel ruido era el sonido producido por algún duende o ninfa, o alguno de esos seres imaginarios en Entremundos, que aplaudía de alegría por el reciente encuentro y Jonás le propuso a Alhadira que le pusiera un nombre. ¿Y sabes qué nombre se le ocurrió? Efectivamente, ese mismo. Podía haberse inventado mil nombres pero no, Alhadira dijo: ¡Aya!

Me quedé de piedra, como Gabriela.



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Sena y la oniria (Sanación)





4 de octubre de 2013

Interludio (Miosis)




Un grito rompió la pausa valorativa sostenida entre Praix y Sena, su amigo parecía haber entrado por fin a las ensoñaciones provocadas por el aceite de oniria y lo hacía por la puerta grande. Aunque para Sena aquel grito y toda esa tensión no eran más que síntomas normales, a Praix le parecieron aterradores y quiso hacer algo para ayudar. Se acercó hasta el camastro con la intención de dar calma a su amigo y en un espasmo Jonás lo agarró de la muñeca con tanta fuerza que le hizo gruñir de dolor. Sena se asustó, nunca había visto a ningún “onírico” apresar a nadie, le parecía un hecho insólito e intentó abrir la mano con la que lo apresaba. El tiempo quedó quieto en ese instante como un maniquí y, quizá por contagio o por la amistad que les une, los tres fueron partícipes de uno de los sueños de Jonás. Se proyectó en sus mentes como algo vívido y desconcertante mientras que las pupilas de Sena y Praix se contraían como las de un gato.





Tras la experiencia común, Sena sintió que aquello era más una pesadilla que un sueño, el silencio quiso acurrucarse en postura fetal muy cerca de los tres, en el suelo, junto al camastro; la habitación se inundó entonces con el liquido amniótico del que se alimentaría el silencio, y se fue gestando a sí mismo durante horas hasta que llegó el momento y nació. Y se quedó a vivir. 





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El plan improvisado





30 de septiembre de 2013

Ingeniería tenue



Photo credit: Luz Adriana Villa A. / Foter / CC BY


La ingeniería tenue es una ciencia tan vieja como el origen de los mundos, tan sutil como la evaporación de un charco y tan efectiva como el veneno de serpiente cristalina. A pesar de pertenecer a la magia ancestral se puede decir de ella que es una disciplina olvidada, solo la Niña-Reina la conoce con profundidad. Ella ha sido la instructora de Praix y, aunque no es dada a desvelar sus secretos y su carácter se define más imprevisible que el clima en las estaciones medias, decidió instruir a su leal ayudante porque eso repercutiría en su beneficio. La ingeniería tenue consiste en un tipo de artificio psicológico mediante el cual la víctima se siente tentado/provocado a realizar lo que se le pide que no haga. Praix no era más que un iniciado pero supo llevar a cabo su actuación con la ayuda de la piedra que llevaba en el bolsillo. Era una verdina, un tipo de piedra que favorece la concentración y calma los nervios.

-Jonás, el contenido del mensaje iba dirigido a ti. No estoy autorizado a desvelar nada de lo que decía, ni siquiera debería haberte dicho a quien iba destinado pero tómatelo como una licencia que me permito por deferencia a nuestra relación. Me gustaría encargarme personalmente de este tema, viajaría con gusto a Entremundos pero ha habido muchos problemas en los telares de hilo vetcha y me va a ser imposible, tampoco quiero que vayas tú. Y menos ahora que sabes que el mensaje iba dirigido a ti. No me interpretes mal, eres el mejor enlazador de Járiga pero no sé dónde se encuentra el puente del que habla la nota y tampoco sé cuando aparecerá Aya por allá. Así que esta vez lo dejaremos pasar, si ha ocurrido una vez debería pasar más veces, ya tendremos tiempo de averiguar cómo ha sucedido. Escúchame bien: ¡No quiero que vayas a Entremundos por esto, no estás preparado aún y no es un asunto urgente! Dime que me has entendido.

Jonás me miró confuso, asintió con la cabeza aunque con torpeza. Estaba claro que la ingeniería tenue había sembrado su semilla; no solo eran las palabras que le dije, esta disciplina solo funciona acompañada del lenguaje corporal adecuado y algo más intangible. Estaba seguro de que Jonás acudiría a Entremundos aún sin saber a qué se enfrentaba, aún no teniendo definida su misión. Lo leí en sus ojos y no quise añadir más sobre el asunto, así que continué, esta vez con otros temas también relacionados con el lugar a donde se dirigiría en breve sin mi permiso, pero con mi consentimiento mudo. Quería prevenirle del gran movimiento de Mamus que habíamos detectado desde los telares del barrio de Henoc.  -Y cambiando de tema, he de decirte que los mundos se están moviendo últimamente con un baile agitado. La producción de hilo vetcha ha aumentado de manera exponencial en estas jornadas y bajo mi experta que no infalible opinión, eso significa que hay un número insondable de Mamus sueltos. Y me inclino a pensar que una gran parte de ellos están haciendo de las suyas en Entremundos. Si esto sigue así tendré que encargarte un asuntillo, ya sabes. Por el momento no creo que sea necesario pero me gustaría que estuvieras preparado por si acaso.

Después seguimos paseando y le conté a Jonas que aquella hoja plateada que había visto en el extremo de una de las ramas del árbol blanco no era una hoja cualquiera, se trataba de la hoja patrón del árbol níveo y la utiliza como ejemplo para cuando la primavera llama, si alguien la arrancara, ese ejemplar de níveo estaría condenado. Desde la base en la que antes estaba unido el pecíolo comenzarían a brotar tímidas gotas de savia que al contacto con el aire se volverían oscuras y que recorrerían y cubrirían el árbol en su totalidad, y poco a poco pero con constancia en menos de tres meses el árbol cambiaría su color blanco por el negro, convirtiéndose así en su sombra. Y un buen día, sin previo aviso y en cuestión de segundos se desharía en pesadas cenizas, una especie de lluvia negra que dejaría un círculo negro en el lugar donde antes se erguía. Ver la muerte de un árbol níveo es algo espectacular pero solo habita en los jardines del Amaraun y muy pocas personas tienen acceso a ellos. Es posible que Jonás confundiera el árbol níveo con un avertel blanco, son muy parecidos, la verdad; pero el avertel se desprende de todas sus hojas y éstas no son plateadas sino grises.

-¿Me quieres decir que enviaste a Jonás a Entremundos para encontrarse con Alhadira, sin saberlo, cuando más actividad de Mamus había?

-Sí.



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Interludio (Miosis)



26 de septiembre de 2013

Los jardines blancos



Photo credit: Thomas ♫ / Foter / CC BY-NC-ND


Le conté a Jonas, eludiendo a propósito el nombre de Alhadira, que había ocurrido un hecho insólito en el corazón de las comunicaciones de Járiga:

-No es de un tema banal del que quería hablarte, ¿te parece si caminamos hasta la fuente de la araña? Adelante… Una nota se ha colado en nuestro sistema, no es un mensaje importante y en mi opinión no entraña peligro pero sí que cuestiona el buen funcionamiento de nuestra seguridad. Si el mensaje se ha filtrado casualmente por una falla quiere decir que hay un modo de entrar. Pero ya estamos trabajando en ello, hay una quincena de técnicos revisando Söen, aquello es un dédalo, una verdadera locura de tubos y nodos y distribuidores y… Pero a ti te quería hablar de Entremundos, Jonás. Pocas personas conocen qué es ese lugar, creo que una buena definición sería que es una línea que pasa por todos los seres y cosas, uniéndolos en una realidad que pueden compartir en un mismo tiempo.
Fuera de esa línea hay otras infinitas líneas que jamás se encuentran, otras que se tocan un instante, otras que se suman a otras líneas… Bueno, opciones infinitas para líneas infinitas, o mundos. La particularidad de Entremundos y la magia de ese lugar es muy sencilla: es común para todo lo que existe. Ya sé que no te estoy descubriendo nada que no sepas pero esta explicación me sirve de base para continuar. Como buen enlazador sabes que Járiga está conectada a Entremundos por medio de 24 puertas, solo visibles para quien sabe encontrarlas. Pues bien, quería saber tu opinión: ¿Es posible hallarlas por azar desde allí?

-Estadísticamente es improbable pero no imposible, se han de dar muchas casualidades, muchas coincidencias para que alguien pueda encontrar una de las puertas. Por lo tanto, sí, es posible hallarlas por azar-. Respondió Jonás mientras miraba las ramas desnudas de un árbol blanco. Algo llamó su atención, una hoja de color metálico que colgaba firme de una de las ramas más jóvenes. -Mira, Praix, aquella hoja aún aguanta, se ve que el otoño no ha podido con ella.

Praix ni siquiera miró, tampoco le dijo a Jonas que los árboles níveos siempre se guardan una hoja como patrón para cuando llegue la primavera pero sí que aprovechó la ocasión para preparar su ingeniería tenue, asintió con un “jum” como apoyando su comentario y metió la mano en el bolsillo interior de su levita, en ella una piedra de color pistacho al contacto con su piel comenzó a coger temperatura.



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Ingeniería tenue



22 de septiembre de 2013

Los tubos de Söen y Alhadira



 
Photo credit: euzesio (seldom here) / Foter / CC BY-ND


Los mensajes, que jamás debieron ocupar este medio, llegaron hasta Járiga a través de los Tubos se Söen; como ya sabes soy el responsable del buen funcionamiento de estos canales pero aquel día delegué mis funciones a Saiskit, el joven de las diez bocas. No pongas esa cara, le llamamos así por que habla mucho, demasiado, pero es muy bueno distribuyendo las comunicaciones. Yo mientras tanto y por orden de la Niña-Reina me dediqué a controlar la zona de extrusión y como pude, a ratos, también los telares de hilo vetcha. Fue un día de mucho trabajo, una locura. Al día siguiente Saiskit me puso al tanto de los problemas de la jornada anterior y de todo lo que quedó pendiente, y si no lo paro me pone también al corriente de las andanzas de su hermana, de la relación entre lo que comió por la mañana y su dolor lumbar y de su opinión sobre los nuevos bancos instalados en Plaza Grande, también me dijo que había llegado un mensaje que no sabía descifrar y que era la primera vez que veía una epístola así en los tubos. Me encargué de ella después de planificar el día y de aventar los temas irresolutos del anterior. Nada más verla, supe enseguida que se trataba de una nota de Alhadira, una tímida misiva en la que intentaba retomar el contacto con Jonás. No puedo contarte el funcionamiento de los Tubos de Söen, es un secreto que guardo con mi vida, lo que sí te diré es que es muy complicado que este tipo de mensajes circulen a través de ellos, y eso es lo que me hizo darle importancia. Saiskit no pudo descifrarla porque no conoce el castellano, como la gran parte de la población de Járiga, y con seguridad sería la primera vez que ve algo escrito con esos símbolos, le debieron de parecer harto extraños.

Medité mucho qué pasos dar respecto a la nota de Alhadira. Sé que Jonás la olvidó accidentalmente el día en que logró escapar de la mente de Nimrod y no me veía capaz de evaluar si sería mejor que volvieran a encontrarse o no. Cabía la posibilidad de que Jonás no la recordara pero y si… Y me pregunté muchos más “y si…” y aprovechando que Aya, la diosa y guardiana de las orillas estaba dispuesta a vigilar y proteger aquella cita decidí hacer uso de la ingeniería tenue para provocar el encuentro.

Jonás llevaba una temporada un tanto sensible de más y alguna vez se negó incluso a llevar a cabo encargos directos de la Niña-Reina. Yo relacioné esos cambios en su comportamiento con la pérdida de recuerdos que sufrió, no debe de ser nada fácil ser consciente de la amputación de parte de ellos, sobre todo si son intensos, y los relacionados con Alhadira eran como un amanecer estival para él. Sé que contigo también habló alguna vez de ella -Sena asintió sin abrir la boca- pero yo me lleve casi todas su charlas. -Miró hacia Jonás e hizo una pequeña pausa-. Deberías haber visto cómo me habló de la chica silenciosa, así era como la llamaba, la comparó con la chrysiridia y la maravilla y la buscaba en todos los ojos a los que miraba. Cuando perdió los recuerdos el énfasis de su espíritu se fue volviendo poco a poco lejano como la mirada de un muerto y cuando los que estábamos a su alrededor percibimos el cambio éste ya había sucedido.

Hablé con la Niña-Reina del tema de Alhadira y me dio algunas pautas interesantes para sacar más jugo de la ingeniería tenue. Cuando estuve preparado llamé a Jonás y lo invité a dar un paseo por los jardines blancos del Amaraun.

Sena toca con delicadeza la mano de Praix para que interrumpa su relato, se levanta del incómodo banco y coge otro par de gruesas mantas, Jonás está tiritando y si no lo protege del frío es posible que en un rato convulsione como un pez fuera del agua. Lo arropa con cuidado y se queda un rato con los ojos cerrados asida de las manos del enlazador, cuando éste parece haber entrado en calor se dirige de nuevo hacia Praix, se sienta a su lado, le sonríe con cansancio y le indica que continúe.



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Los jardines blancos



19 de septiembre de 2013

Precedentes




Photo credit: titoalfredo / Foter / CC BY-NC-SA


La canción entró por algún resquicio en la mente de Jonás fundiéndose con el enteogénico aceite de oniria, y aunque el enlazador no dormía, nítidas imágenes se iban formando en esa especie de sala de cine donde se proyectan los sueños. La intención de Sena era que su amigo transmutara su miedo, que de aquello que le había ocurrido aprendiera lo esencial, apartando a los demonios; para ello la oniria de fresno blanco era la más adecuada: minimizaba las pesadillas y las zonas oscuras como el rencor y la culpa e impulsaba los buenos momentos, hasta el punto de acabar agradeciéndolos; y todo esto al modo de los sueños, con un surrealismo y sugestión que roza el sinsentido. Para Sena, que a pesar de ser siempre niña y soportar esa condena con todo lo que conlleva (amores que envejecen o un cuerpo estancado en su desarrollo, además de la poca consideración que los “adultos” prestaban a su opinión), la existencia consistía en elegir siempre en positivo. Pero no solo en una elección o decisión sino en todo su árbol, porque no siempre las cosas salen como te gustaría ni son como tú pensabas y es mejor adaptarse al cambio una y otra vez luchando por construir, no por abandonar o destruir. Y las dos últimas opciones tienen cabida si forman parte del camino a la edificación de la causa. Así tomó ella el aprendizaje de la existencia y quizá por eso una de las frases que más le gusta es esa que dice Praix de que en el color blanco viven todos los colores. La mano que tiene cogida eleva su temperatura y la niña eterna sabe que Jonás está empezado a soñar imbuido por los efectos de la droga, ella sigue cantando la canción en su estrofa final con una cadencia hermosa y soporífera, el vello de los brazos de Jonás se eriza y Sena conoce que su amigo acaba de entrar en el mundo de la oniria. Se aparta con cuidado en busca de unas mantas más gruesas y calientes porque ahora comenzarán los escalofríos y los temblores. El sueño producido por la oniria de fresno blanco suele ser reparador y magnífico para el que lo vive, pero desde fuera para quien contempla ese cuerpo dormido y febril pareciera todo lo contrario: Temblores, espasmos, sudor, cambios de color en la piel desde el rojo casi amoratado hasta el pajizo casi cadáver, murmullos, gritos, tensión mandibular, puños apretados, laxitud extrema… Una abanico de estados y síntomas nada agradables de contemplar.

Praix entra por la puerta seis horas después de haberse ido a descansar, apoya el intento de Sena para ayudar a Jonás mediante el aceite de oniria y la toma de ambas manos. -He de contarte todo lo que sé, yo envié a Jonás a Entremundos a una tarea peligrosa para él, creo que será importante que sepas lo ocurrido-. Praix se sienta junto a ella en el incómodo banco de madera frente al camastro y comienza a relatar su historia:

-Los mensajes, que jamás debieron ocupar este medio, llegaron hasta Járiga a través de los Tubos se Söen...



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16 de septiembre de 2013

Aceite de oniria



© MaríaPan


El Aceite de Oniria penetró a través de los párpados de Jonás ayudado por el suave masaje circular que Sena, la niña eterna, aplicaba con templanza. Hacía mucho tiempo que su utilización estaba prohibida pero en opinión de Sena ese veto era una postura necesaria para evitar su mal uso, ocurrieron casos realmente dramáticos en el pasado y era preciso alejar de esta joya natural a los irresponsables, a los necios y a la gente sin escrúpulos. Su fabricación es realmente simple, la única dificultad estriba en saber diferenciar a la Cypella Onira del resto de cypellas, cosa bastante complicada de hecho y que muy pocos saben hacer sin recurrir al azar, el resto de cypellas son inofensivas e inocuas. Una vez conseguido esto solo hay que hacerla macerar en aceite de maravilla, no sirve otro, durante tres lunas crecientes enterrada junto a la raíz de algún árbol. Hay quien dice que es mejor el álamo pero Sena prefiere el fresno blanco, y aunque parezca una tontería la elección del árbol determina los efectos que acabará produciendo la oniria. A modo de ejemplo, si maceras la Cypella Onira junto a la raíz de un haya su efecto suele ser intenso y corto pero si la maceración se hace en un manzano el resultado puede ser imprevisible. Hay árboles que es mejor no usar, como el roble venenoso, macerarla junto a las raíces de este árbol induce a una pesadilla tan incontrolable que en la mayoría de los casos acaba en muerte o coma irreversible. El fresno blanco tiene propiedades beneficiosas para la inducción al sueño con aceite de oniria, suele apaciguar los aspectos negativos de la ensoñación y transformarlos en útiles para el alma, no en vano la madera de este árbol se utiliza para la fabricación de guitarras y otras artesanías. Cada raíz elegida tiene también la particularidad de hacer cambiar de color al aceite en una danza de arabescos hipnóticos, la del fresno blanco transita un espectro de blancos, verdes, tierras y azules oceánicos inconfundibles. 

Mientras Sena continúa masajeando los ojos de Jonás recuerda una de las canciones que aprendió en una de las raras ocasiones que pudo viajar a Entremundos, la vio escrita en un muro y luego no sabe cómo aprendió su música, a su juicio quien la escribió debía tener estrellas en las manos y la noche enredada en el pelo*. Sena se puso a cantarla apenas sin darse cuenta de que lo hacía, sus labios parecían bailar al son de un ritmo oculto y delicioso, y tan bella era la canción que en cada pausa el silencio intentaba imitarla:


Volviste desde tan lejos
para estar tan cerca...

Cuando respiro hondo y cierro los ojos,
los duendes aparecen y
el ángel que te guarda despierta:

Vuelves cuando duermo,
duermo para que vuelvas
”.*




* La que tiene estrellas en las manos y la noche enredada en el pelo es la autora real de la canción que canta Sena. Ella vio la letra en un muro pero no se fijó en la firma. La obra se titulaba La noche de los locos III y en el margen inferior derecho ponía: MaríaPan.




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14 de septiembre de 2013

Dentro del cubo




Photo credit: bernat... / Foter / CC BY-NC-ND


Apunto está de salir el sol por los Montes Cautivos cuando Sena llega a la habitación del Amaraun donde dejó ayer a sus amigos, no llama a la puerta y entra con cuidado. Praix no la percibe y ella se queda a observarle desde allí tan quieta como una cariátide. Él se afana en limpiar la sangre del torso de su amigo con gasas y una loción limpiadora, gasta cuidado y delicadeza al tiempo que sigue murmurando sus enigmáticos salmos sanadores. Sena guarda en secreto su amor de mujer por Praix y para no emocionarse con lo que ve, para romper el hechizo, habla en tono suave: -Buenos días, ¿qué tal se encuentra nuestro enlazador?
Praix contesta con un gesto de ignorancia resignada, casi apática. Se hace un silencio largo.

-¿Y tú, qué tal estás tú, Praix?

Otro silencio… Aunque esta vez quiso hacerse de plomo y quedó fijo en el suelo contaminando el ambiente con su color gris y su pesadumbre de plastilina hasta volverse incómodo como una cama de riscos. Praix bufó, paseó por la habitación con la urgencia de un loco perdido en una sala y el silencio de un verdugo prendido en los labios, acto seguido se echó a llorar como un fuerte viento a ras del océano y por un instante pareció ser otra vez de noche, sin que jamás hubiera existido este amanecer de Septiembre. Parecía habérsele caído el alma a los pies, los pies al infierno y el infierno a la cabeza. 


-He podido rozar, solo rozar con mi magia empática su persona. ¡Créeme, Sena, está jodido! Es necesario que se recupere de este estado, cruzo los dedos para que así sea y nosotros hemos de ayudarle. Aparentemente está inconsciente mientras el mausand hace su efecto pero no es así, está tan despierto como tú y como yo pero no puede salir de su dolor, da vueltas y vueltas alrededor de él incapaz de escapar en un estado de sueño e insomnio a la vez. ¿Sabes eso de que la salida a un callejón sin salida es la entrada? Pues en este caso Jonás está dentro de un cubo, no hay salida ni entrada, y la sensación que tengo es como si temiera dañar a alguien o algo si escapara, que está preso en él por voluntad propia. Sena, tú y yo sabemos que es el mejor enlazador de los últimos tiempos y que podría conseguirlo por sus propios medios, el problema es que no quiere, es como, perdona que me repita, si temiera dañar a alguien o algo o como si quisiera protegerlo de sí mismo. He sentido su bloqueo, siente que solo por existir puede dañar aquello que ama, aún sin querer, y se siente culpable por ser. No sé, Sena, quizá haya sido invadido por un Mamu, quizás deberíamos alertar a la Niña-Reina, esperar a que sane por sí solo, no sé…

Praix a duras penas contenía las lágrimas mientras le contaba a Sena su experiencia empática y ella se había convertido en un deshielo mudo, nada quería decir ni nada podía decir. Se acercó hasta Praix con su cuerpo eterno de niña y le pidió por gestos que se agachara, tomó la cabeza sobre su pecho y con una imposición de manos le liberó de parte del dolor que se le había contagiado al empatizarse con Jonás, luego le rogó que se marchara a descansar y le besó en la mejilla. Lo contempló marchar con la mirada encendida hasta que cerró la puerta, ella se dirigió hacia donde yacía Jonás, tomo su mano y se concentró en transmitirle paz. Se aproximó a su oído y le susurro: -Estoy aquí, Jonás, yo te ayudaré a tejer tu traje y te cantaré mis canciones-. Sacó un pequeño bote de cristal que contenía un líquido denso como glicerina y que cambiaba de color y mojándose los dedos índice y corazón masajeó los ojos del enlazador.



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11 de septiembre de 2013

Convalecencia




Photo credit: Carlos Luna / Foter / CC BY


-Ha perdido mucha sangre. ¡Apresúrate, trae un poco de mausand y unas gasas limpias! 

Praix mantenía la mano sobre el pecho de Jonás obstruyendo la herida al tiempo que murmuraba un salmo que aprendió de niño. Sena trajo el ungüento y las gasas, le temblaba el pulso y palidecía de preocupación. Ella misma manejó el mausand con presteza y lo aplicó sobre la herida, una vez taponado el agujero limpió como pudo la sangre seca usando un par de gasas y solo cuando terminó su tarea preguntó a Praix por lo sucedido. -No puedo responder a eso, solo sé que una intuición me llevó a socorrerle. Hacía tanto tiempo que no pisaba Entremundos que el viaje ha sido casi doloroso, usé la magia de la empatía con las cosas y cuando llegué no tuve tiempo de empatizarme con el proyectil. Vi caer a Jonás y lo traje hasta aquí. Eso es todo. No puedo contarte más. Espero que el mausand funcione y que tu pregunta no se convierta en una incógnita irresoluble.

El mausand se fabrica con lanolina, hoja de ficus religiosa machacada y con veneno de serpiente cristalina en una dosis ínfima pero necesaria, sin este veneno mortal no sería más que una vaselina para la protección labial. La serpiente cristalina es un ofidio del tamaño de un dedo anular que habita exclusivamente las orillas del lago Kinshuó. El hecho de ser tan pequeña y de habitar en una zona tan restringida unido a su color casi transparente, aparte de convertirle en un animal peligrosísimo, su veneno es tan fuerte que paraliza el cuerpo de un elefante en menos de 2 segundos y le provoca la muerte en el tercero, hacen que conseguir su preciado y temido veneno sea muy difícil. El mejor cazador de serpiente cristalina no atrapa más de 3 por año, aunque cazando un solo ejemplar se podría vivir tranquilamente sin grandes lujos un par de años, si no te muerde, claro; por lo general estos cazadores llamados Totes no suelen llegar a viejos. La mezcla de ficus religiosa y veneno de cristalina funciona como un potente astringente y magnífico analgésico además de otras propiedades curativas. Praix se retira en busca de unas mantas y Sena se queda al cuidado de Jonás tomándole de la mano, canta una de sus canciones y una lágrima que ella no percibe cae por la mejilla del enlazador. Praix vuelve, arropa con cuidado a Jonás y le pide a Sena que salga de la habitación y que trate de descansar, que esta noche hará guardia él y mañana la hará ella. Sena quisiera rebatirle y decirle que descanse él, que estará cansado del viaje… Pero se despide y cierra la puerta con cuidado. Praix vuelve a murmurar sus salmos curativos y la noche y el sueño lo atrapan con sigilo.



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6 de septiembre de 2013

El disparo



Photo credit: ArmandoH2O / Foter / CC BY


Hay miedos que te hacen errar y cuando llegan en milésimas de segundo como diablos enfurecidos o, peor aún, como indecisión o excusas y titubeos, entonces pasa: ahí se produce el error e irremediablemente yerras (y ya se sabe que el error se forja en hierro). No tienes escapatoria posible, el mundo gira y se convierte en una lavadora gigante que centrifuga y te marea y le echas la culpa de todo y vomitas la hiel, el alma y hasta el pelo. No hay escapatoria posible, acabas de meter la pata y ya está; el mundo gira pero tú no deberías darle más vueltas. Pero se las das. Por eso eres lo que eres: un pequeño mundo que da vueltas dentro de otro mundo.

Mi nombre es Jonás, me encuentro en Entremundos y me acaba de alcanzar un disparo. Yo sé que estoy muerto, sin embargo Praix me dice que no sienta bobadas. Me pone una mano que se vuelve carmesí en el tórax y me sonríe. -¡Vámonos a Járiga, amigo, tengo muchas cosas que contarte, no sabes cómo… Bueno, vente y te lo enseño!

Confío en él, me cae bien. Cierro los ojos y me dejo ir.



18 de mayo de 2013

El corazón de Sena, la niña eterna.



Photo credit: anlopelope / Foter.com / CC BY-NC


Sena vivía su condición de niña eterna de la forma más digna que encontró a través de los años de prueba y error, de aceptación, de lucha, de resignación y las otras mil maneras de aceptarse y rechazarse a sí misma que experimentó en su larga vida. Porque Sena jamás crece, es una niña, pero es una niña de mirada augusta y severa, rostro dulce como arrope y largo pelo como noche.

Tantas veces se enamoró la desdichada de niños que crecieron... Y lo que es peor y más dura en el tiempo de su existencia, de hombres que no son capaces de ver otra cosa que una niña, y no una mujer encerrada en un cuerpo superado.

Una de esas noches en la que ella solía cantar en los tejados del Amaraun me descubrió en mi espionaje atento y emotivo. Me dijo que lloraba y cantaba porque siempre se entregaba al amor todo cuanto podía, que la mayoría de las veces era breve y no duraba más que unos cuantos años. Y me dijo:


“Lo voy a dejar rodar por el borde de mis días hasta que se caiga, ¿de qué otra forma voy a conseguir que se abra?
Hablo de mi corazón de almendra o de nuez o de avellana o de castaña, depende del día. He comprobado, querido Jonás, que se descascarilla a menudo pero que nunca llega a romperse. Y yo quiero que se rompa.
Y quiero que se rompa para que alguien se coma su fruto, para que después de hacer todo el feliz proceso de digestión, de absorber nutrientes y vitaminas, me devuelva de nuevo al mundo cuando ya le parezca una mierda.

Así es el ciclo, pero… ¡Qué sepas que mi propósito es hacer crecer una flor o una lechuga, me da lo mismo, siempre y cuando vuelva a ser comida por otro animal!”

16 de marzo de 2013

La noche se desvanece




Río Arga - Colores de reflexión
Imagen de: PacoSo / CC BY-NC-ND


Dejarse llevar por el río Graa era como ir dentro de una larga cabellera de caóticos rizos, las corrientes agitaban a Jonás en una suerte de bucles que parecían ser infinitas bocas succionadoras que lo tragaban y lo soltaban, que lo tragaban y lo soltaban; pero él no quería temer, el Graa es el río de la vida y ser arrastrado por él es mucho más que un dejarse llevar, es algo que exige la máxima voluntad. Eso era algo que Jonás aún no llegaba a entender, ¿cómo era posible necesitar una alta concentración de voluntad sólo para dejarse llevar? Quizá había llegado el momento de descubrirlo, pensó. Y mientras pataleaba y movía los brazos como un poseso para mantenerse sobre la superficie, se le inundó la mente con un recuerdo. Se encontraba contemplando cómo el sol parecía ir deformándose al chocar contra el océano mientras que Praix le contaba una de las aventuras de, siempre le hizo gracia el nombre, Daniel el inmortal que murió hace mucho tiempo. Jonás la recuerda ya empezada:

“…así que en el centro del río se encontró con una pequeña isla donde solo cabía una persona y que, para su sorpresa, ya estaba ocupada. El nivel del río era mucho mayor que el de un álamo adulto y aquel trozo de tierra parecía surgir como una columna desde dentro de las aguas. Daniel se pudo asir al tronco varado de un viejo árbol y contempló a la niña que habitaba aquel montículo, cual fue su sorpresa al percatarse de que había muchas más personas como él dentro del río. Algunos nadaban sin descanso en contra de la corriente pero no avanzaban, los que sí conseguían avanzar gastaban demasiada energía para el resultado obtenido y en cuanto se agotaban volvían a retroceder; otros cruzaban el río de orilla a orilla; algunos otros miraban sentados desde la ribera las aguas pero no se metían, o como mucho metían una mano o un pie hasta el tobillo; otros parecían haber encontrado refugio, como Daniel el inmortal que tal que tal, en algún trozo de árbol seco o se afianzaban con las manos a juncos o cualquier cosa que impidiera que los arrastrara la corriente. Daniel quiso hablar con la niña que habitaba la isla pero ésta parecía estar dormida o en un estado de meditación demasiado profundo y no atendía a su llamada. Del tronco del árbol arrancó un trozo de rama que lanzó y que alcanzó a dar en el hombro de aquella personita. La niña abrió los ojos, mantuvo la mirada, seria, en la de Daniel el inmortal y le dijo:

- Gracias por despertarme, desconocido. Llevo mucho tiempo aquí, observando a toda esta gente que me rodea y meditando sobre el Graa, tanto tiempo que ya había perdido la perspectiva y empecé a creer que este montículo era mi hogar. ¿Sabes cómo le llaman al Graa? Le dicen el río de la vida. Creo que no me ha sido fácil llegar a tomar la decisión que he tomado, principalmente porque he tenido que reunir mucha mucha fuerza de voluntad y valentía, así que si quieres quedarte con mi privilegiado lugar a salvo de la corriente puedes hacer posesión de él.

Antes de que Daniel el inmortal que murió hace mucho tiempo pudiera preguntar o decir algo contempló cómo aquella niña nadaba río abajo y con una sonrisa gritaba: ¡Ya no me dejo llevar, ahora yo también voy!”


La fuerza del río que parecía incontrolable interrumpió el recuerdo de Jonás que comenzó a notar el peso de su ropa y cómo se iba hundiendo sin remedio, logró ver un trozo de algún árbol caído y varado sobre el río y proyectó asirse a él como hiciera Daniel el inmortal. La velocidad de las aguas era tanta que al acercarse a su ansiado asidero un inoportuno remolino le hizo errar y se golpeó la cabeza. La escasa luz de la noche se desvaneció del todo.


10 de marzo de 2013

El curso de los ríos




"Vértigo en el pelo" de María Pan.
(Prometo no tener miedo en ningún salto, me lo prometo)


¿Será éste el primer resultado del intento de volar del hombre, de volar y salvar obstáculos, de elevarse sobre sus limitaciones? Se preguntaba Jonás en la orilla izquierda mientras contemplaba el puente de piedra que se elevaba sobre el río. La Niña-Reina lo había citado de nuevo en el Palacio del Amaraun, se lo había hecho saber por mediación de una canción en la radio. Los enlazadores saben distinguir estos avisos por la combinación de sonidos que anteceden al mensaje pero los sonidos no se producen en la canción sino afuera, los produce la gente, la naturaleza, el silencio. En esta ocasión un jilguero, una rama seca y el pensamiento de una mujer que leía un tablón de anuncios predispusieron su mente, Jonás prestó atención a la letra de la canción que sonaba en ese instante: “iluminando distancias, rearmando lo que se separa”, lo anotó en su libreta y dejó que el tiempo siguiera su curso.

Ahora, días después, se encuentra plantado en la orilla del río Graa preguntándose sobre el significado potencial de los puentes. Jonás piensa que son caminos flotantes, le fascina el hecho elemental de su funcionamiento: salvar un obstáculo, unir dos lados. “Iluminando distancias, rearmando lo que se separa”- recuerda.
El puente forma un arco elevado que impide ver la otra orilla y ante la previsible acometida de una nueva misión, Jonás se siente demasiado excitado para centrarse en el mundo. Él, que siempre ha sido un enlazador templado, no puede parar su cabeza, una nueva idea aparece con cada uno de los latidos de su corazón y eso es demasiado, es algo que le produce dolor y que a la vez no puede parar, se siente vulnerable. Le gustaría echar a correr, huir de nuevo hacia Entremundos, vaciar su corazón de sentimientos, su cabeza de pensamientos, habitar en ese espacio de paz suprema incompatible con la vida. Pero sigue clavado en el inicio de la calzada, tan quieto como el mismo puente, y con la vista perdida en algún punto imaginario del pretil. “¡Vamos, valiente!”, se anima.

Mientras Jonás está quieto como la misma piedra el río se serena, en apariencia, porque la tenue luz de la luna es una trucha enorme que en su contracorriente hace retén sobre las sombras, la densidad del aire construye cómodos sofás donde se tumba el tiempo y se relaja, y tanto se relaja que la misma noche sería eterna de no ser por el alma arrojadiza pasmada al comienzo del puente, el alma de un enlazador que siente el vértigo de la desnudez. Un silencio de grillos y agua calma envuelve la oscura habitación sin paredes del mundo, Jonás camina hasta el pretil, se gira hacia el río, siente que alguien toma su mano y se oye un grito doble que se deja caer al curso del río al mismo tiempo que una estrella fugaz cruza la noche, al mismo tiempo que la luna se construye una piel y aparece a su lado. Luna y enlazador se abrazan, iluminando distancias, rearmando lo que se separa. ¡Sea!, dice Jonás, y salta a las frías aguas del Graa. La imagen de la luna proyectada sobre el río se deforma y se difumina con el impacto. Jonás se deja arrastrar río abajo...

29 de septiembre de 2012

Un regreso



© María Pan


Praix puede orientarme, pensé.

    Después de pasar excesivo tiempo en Entremundos comencé a llamarlo “el mundo real”, mientras que Járiga se diluía en mi memoria como una gota de Mercromina en un gran estanque. Me resistía a seguir creyendo en Járiga como otro mundo posible, me resistía a pesar de todo lo vivido y todo lo que conocí de ese lugar. Una de las razones principales era que aquí, en Entremun… Perdón, en el mundo real, ninguna de las personas que conocía sabía de su existencia, las más benévolas la tildaban como “tu mundo imaginario”, mientras que la mayoría optaba por la simple indiferencia. Así, de a poquito, iba siendo absorbido por el embudo opaco de la cotidianidad, dejándome caer sumiso por su torbellino dictatorial como una piedra que obedece la ley gravitatoria. Alguien me dijo en una ocasión que la fe era como una vela, pero la mía en lugar de iluminar está empeñada en derretirse. No es fácil ser enlazador de mundos, si es que alguna vez lo fui. A parte de Járiga existe tal infinidad de ellos que conocerlos todos sería un infausto propósito, por eso tuvo que ser un sueño. 


    Aquella estatua… ¿Cómo era, cómo se llamaba? Gabriela, eso es, imponía tanto su quieta presencia en el centro de Plaza Grande con su ánfora de secretos; La Taberna de La Curia donde encontré a mi maestro antes de toda aquella persecución a través de los bosque de Phéser… Todo un sueño, incluso mis juegos con Praix desde que éramos niños. Todo ha sido un enorme y fantástico sueño que debí empezar en no se qué momento de mi niñez, un sueño que he llegado a creer real. Pero ya estoy poniendo los pies en la tierra, he decidido dejar de escuchar los trinos de mis pájaros, ¡he de estar loco!


    Si Járiga fuese real podría ir ahora mismo y visitar a Sena, la niña de eterna infancia, o pedir audiencia con su majestad La Niña Reina en el palacio del Amaraun, o asombrarme con las cosas imposibles que crean los imaginartesanos. Ha sido todo un bonito sueño que ya dura demasiado, se ha metido tan dentro de mí que puedo hablar de él como una certeza y eso es algo que ha de ser ominoso por fuerza. Járiga es una invención, he aceptarlo.
    La lavadora se puso histérica, le encanta armar escándalo con el centrifugado, y me desvió de mis pensamientos. Tiré los ojos por la ventana y en el exterior los recogió un día estupendo, el verde del parque parecía haberse ruborizado, aunque sería más correcto decir “verdorizado”, y la luz velaba platinos en sus destellos. Un largo paseo me haría bien, un largo paseo con música.


    Cualquier cosa, se moviera por su voluntad o no, bailaba al compás de la música que me inundaba, el título de la canción: Vita Brevis. Todo fluía con lentitud de lava, imaginé que ardía todo mi pasado bajo la tierra candente y encontré tanta paz que sonreí. Creo que esa es la máxima expresión de la paz interior, la sonrisa completa de todo lo que soy. Sin darme cuenta la música iba cambiando y con ella mis emociones y mi percepción de las cosas. Así de falsa es la realidad. 


    1689 XFS, 4758 HHF y 1878 GVB fueron las matrículas de los tres únicos coches que se cruzaron en mi camino antes de apartarme por el puente de alemanes hacia los caminos sin asfaltar de Aranzadi. No sé por qué motivo empezó a ser mi número fetiche, bueno, digamos que preferí olvidar los motivos. Lo cierto es que no podía ser casualidad que la suma de los dígitos de cada matrícula me llevara a él. No quise subir hacia la parte vieja de la ciudad a través del Portal de Francia, me desvié hacia la izquierda y me encaminé por la Bajada de Labrit. Es un tramo muy transitado por los vehículos que suben y bajan hacia Txantrea y Arrotxapea. En el breve tiempo que usé en subir me crucé con veinte matrículas más que me llevaron a mi número fetiche, era un hecho demasiado inusual para no fantasear con los atrevidos poderes de la numerología. Entré en la parte vieja de la ciudad por Dormitalería escuchando una canción titulada “Violin Solo”. Volví a pensar en Praix mientras me aparté a un lado de la estrecha calle para que pasara un furgón de reparto, su matrícula 4857 HSH: La luz del día tembló, la calle seguía siendo de piedra y estrecha pero ya no estaba en Pamplona.

 

8 de marzo de 2012

Borroso



Imagen de Carlos Aguiar (stock.xchng)


-¡Es la décima cerveza de luna que te tomas Jonás, ya está bien, para!

-No tiene sentido que intentes pararme ahora que ya me has servido tanto
, querido Ventura. ¿Quizá sabes del eclipse? Creo que no. Lo tuyo es la impaciencia y las ganas de vivir, sobretodo desde que caminaste hasta Járiga y conociste a Sena. Dime, ¿dónde te llevó? O mejor no me digas, no te creas, en este momento no estoy en condiciones de prestarte atención, estoy borracho como hace eternidades. He de decirte también que mi maestro, Bohemundo, aquél que luego llamaron El Necio, ya me advirtió de los peligros a los que se expone un enlazador ante el alcohol pero yo ni caso. ¡Qué asco me doy, amigo! ¡Anda, sácame otra cerveza de luna y haz noche en tu juicios y valores! Sólo quiero beber hasta morir, nada más.

-Como desees, Jonás. Recuerda que no habrá ningún viento al que llamar si las cosas se tornan brumosas como la leche de las elefantas, si tu memoria se disuelve como el azúcar en las encías o si acabas como una nube magnánima convertido en charco donde los cielos se reflejen. Recuerda que no habrá ningún viento al que llamar cuando te desplomes. Y por favor, págame antes de que te sirva. Ya sabes cómo va esto.

Jonás se tambaleó mientras echaba mano al bolsillo. Agarró un puñado de monedas y cuando abrió la mano para ponerlas sobre el mostrador un puñado de escarabajos corrieron en su lugar en todas las direcciones. Ambos los vieron alejarse. Ventura gimoteó. Jonás se volvió ceniza y se esparció por el suelo. Se acabaron por hoy los malos pensamientos de Jonás, quizá mañana encontrará paz en su espíritu. Ahora Jonás conoce la nada pero no podrá recordarla.

14 de febrero de 2012

Lo que nadie podrá ver



Imagen de Robert Aichinger (Stock.xchng)


Una capa de quince centímetros de nieve impide que se escape el calor de la tierra. Cada pisada parece que arrugara un papel. Caminan en silencio y cuesta arriba. El viento porta alfileres de agua fina.

Hoy es un día especial: se puede ver el viento.

Planeando sobre ese mar de alfileres de agua fina, un esmerejón declina con una postposición su halcónica mirada. Son Jonás y Praix los que caminan en silencio y cuesta arriba hacia la cumbre de los Montes Perpetuos. 


Los ojos de los esmerejones son de color vino, vino profundo y negro, y en este momento se derraman sobre la copa emplumada de una pequeña presa, desconectándose de la visión de los dos amigos. Ya no hay nadie que pueda verlos subir hacia la cumbre. Nadie podrá contarnos su historia.

Claro que sí: el viento. Si fuera capaz de atravesar los pensamientos de Jonás nos diría que está agotado, que lucha continuamente por reemplazar su voz interior de abandono por su voz de supervivencia. Praix sin embargo en nada piensa, solo camina.

Praix ha estado mirando a través de los ojos del esmerejón, ha medido las distancias, visto desde el cielo los caminos, sentido el hambre de la rapaz y abandonado su cuerpo antes de que ésta se abalanzara sobre la pequeña bisbita que le sirvió de alimento. Praix no está cansado y ni siquiera tiene que luchar consigo mismo, porque Praix acaba de morir al abrigo de la blanca nieve. Acaba de matarlo todo lo que ha visto.

Jonás se gira. Emula una sonrisa de ánimo para su amigo. Praix se la devuelve. Todo lo que les rodea es blanco. Caminan en silencio y cuesta arriba. Hacia la cumbre de los Montes Perpetuos.

Pese a todo solo quieren caminar.
El mundo está en el camino. 

Sé fuerte, Jonás; le dice Praix a su amigo; y se desploma. 
El sol se posa sobre el estante del horizonte.


8 de febrero de 2012

La noche previa




Imagen de ELBRICH E (stock.xchng)


Anoche no pude conciliar el sueño. 
Mis pensamientos creían vivir en Abril, y así caían, mientras que mis ojos pedían las noches prontas de Diciembre.
Inquieto inquieto inquieto inquieto.


Tengo malas impresiones. 

¿Por qué tengo que ir a lugares tan fríos?
Praix no hace otra cosa que quitarle hierro al asunto, pero a mí me causa tanto dolor el silencio... 
Es un gasto inmenso de recursos, imagina tener que calentar tu cuerpo desnudo a tres grados bajo cero durante toda una noche. Eso es una barbaridad.

Pero he de hacerlo, he de caminar por esos fríos silencios. Y como dice Praix, aprender que todo lo que hace feo un silencio es, como en la música, la mala interpretación.

25 de enero de 2012

Brumoso


Bide lainotsua duzu hemendik aurrera.


Obra de María Pan


Así debe de ser estar ciego en la mañana que sigue a un bello sueño. Así debe de ser eso de estar muerto.

Sólo me asomé al borde de la negrura pacífica de mi alma, puedes creerme.
Un vértigo de corto recorrido, semejante al trayecto de uno de los lados de un trapecio, me asoló por un segundo.
Si hubieras sentido tal destrucción en tan poco espacio de tiempo, habrías comprendido el insensato desastre que causa sentirse solo.
Sísifos escarabajos peloteros arrastrando esféricas de acero, algo así fue la sensación. Pero se terminó de pronto, no de repente, sino de pronto; y me dejó un sabor metálico cayendo por las encías y el caramelo amorfo de la inseguridad pegado a las muelas. Y a mi corazón lo descubrí tiritando como un cachorro empapado.

Ya lo he oído muchas veces, lo dicen a menudo por ahí, sobretodo cerca de donde ha sucedido una calamidad. Dicen: “Ha sido cosa de un segundo y...”
Ese es todo el tiempo necesario para voltear cualquier cosa porque ¿sabes? los sentimientos, las sensaciones e incluso los presagios no dejan de ser cosas, objetos que pululan alrededor nuestra ornamentando el ser. ¡Qué segundo más negro viví, querido Praix!

Hace tiempo que no nos vemos, ¿verdad?
Recuerdo que la última vez te hablé de la chica silenciosa, de Alhadira. Y hoy, ya ves, de mis oscuros miedos sin nombre. Con lo que jugamos tú y yo cuando pequeños por los caminos de Járiga, ¿te acuerdas?

-Claro que sí, Jonás, pero ¿tanto fue el vértigo que sentiste? -me preguntó Praix sin poder disimular su acento de Ílade.

-Tanto fue, amado Praix, tanto fue.

-¿Y no te has alegrado de sentir todo ese abismo?

-¿Alegrarme? Claro que no. No sé, Praix, quizá no supe llegar a ti con mis sensaciones.

-Sí que has llegado. Perfectamente. Si es tanto el abismo que me has hecho sentir es que debes caminar por firmes muy altos. Jonás, ven, dame un abrazo y caminemos juntos tierra adentro, hay días en los que es mejor no saber a qué altura se anda. Te quiero mucho.