11 de diciembre de 2010

Bordeando el lago Kinshuó
Los bosques de Phéser (IV)




Los posos de cualquier cosa, en el fondo, siempre dejan un regusto amargo.
El otoño hace sangrar a los árboles de forma sólida, bella y delicada.
Bohemundo levanta murallas incluso a su sombra.

Mi rojo amor sangra con un regusto amargo porque no quiere ser sombra, y se enfurece. Corre loco en un espacio demasiado pequeño para sus grandes zancadas, demasiado estrecho para sus fuertes latidos, demasiado cerrado para sus ansias de volar, porque mi rojo amor es un gas sin volumen ni forma definida.

Bohemundo es un trozo de mí. Él fue mi primer maestro, él tejió un trocito de esta larga bufanda de punto que es el camino por donde transito buscando calor, abrigo y cobijo. Él es tan parte de mí como mi infancia o un diente de leche. Amo a este hombre con mi rojo amor gaseoso.
Tiempo atrás, aprendí a transformar mi rojo amor a estado de plasma y ahora enfoco su uso en mi labor con la causa de Bochán, se lo envío cálido como un viento solar y bello y asombroso como una aurora.

“Hemos de recuperar tu memoria, querido Bohemundo. Si han de traspasar mi piel las translúcidas aristas de tu desierto de hielo, recuerda que mi sangre es caliente como magma y que mi ser conoce todos los estados de la materia, incluso los no conocidos aún.”

Dirigí la mirada hacia el lago Kinshuó. Bohemundo seguía lanzándome palabras de mordisco canino con la intención de desgarrar y hacer jirones mi alma.
“Mi rojo amor como plasma”
Mi rojo amor como un rayo consiguió descolocarlo un segundo que aproveché para correr en dirección al lago. Bohemundo creyendo ver en mi acción una huida, no quiso dejarme escapar, y se apresuro tras su presa como un Tiguar.

¡Oh, Bohemundo, eres tan necio que algunos incluso te temen!
Pero yo no, yo corro porque he visto tu desierto escondido en el bosque, yo sé donde dejaste tu memoria y allí te llevo.
¡Corre Bohemundo, corre!

El lago Kinshuó murmura bajo la voz del viento, bajo el diálogo atropellado de nuestros rápidos pasos, bajo los gritos enmudecidos de la tierra que pisamos. Murmura la canción que hace dormir a los peces, la misma canción que los convierte en voraces depredadores. Es la canción de la tejedora de algas, la nana perversa del sueño profundo.

Corro como un corzo asustado pero no tengo miedo, sé que me aproximo al lugar imaginario donde Bochán perdió su memoria. Dejo atrás el lago y afronto la ladera como si fuera un llano. Bohemundo sólo tiene ojos para su presa.
Tropiezo. Pierdo el equilibrio y caigo. Bohemundo me lanza una palabra-bestia que se disuelve en mi alma dejándome un agrio regusto bilioso. No puedo evitar llorar, y lloro, pero me levanto.
Hay palabras que te inundan de un penar acuoso, esas palabras te vuelven pesado y lento como un elefante drogado. Ésta es una de ellas. Ahora corro como una vaca torpe, creo que no me queda mucho para llegar pero Bohemundo sigue siendo un Tiguar. Está a punto de alcanzarme y sé que hay palabras que matan. Necesito ganar un poco de tiempo.

Me giro con la sensación de hacerlo a la misma velocidad que un planeta en su movimiento de rotación, me parece que pasa todo un día completo hasta que consigo dar la vuelta. Enlazo una palabra inventada con el murmullo del lago y cae sobre Bochán un pesado y húmedo edredón de algas, como una tela de araña gelatinosa.
“Esto me dará el tiempo suficiente para limpiar mi alma de su ataque, o eso espero.”

Busqué una roca porosa que hiciera de esponja para que no se entristeciera la tierra con el residuo de la pena y lloré.
Lloré la palabra-bestia hasta que se durmieron los peces, hasta que se marchitó la roca, hasta que me volví transparente como el vidrio. Después continué hasta la parte más frondosa del bosque. Miré hacia atrás. Bochán, el Tiguar, volvía a correr tras de mí dejando en el aire amorfos latigazos de saliva.




7 comentarios:

  1. En alguna manera, tod@s llevamos a un Bochán en nuestro interior. Un Bochán que no quiere recordar el pasado y que vive dormido en el presente con miedo y por miedo a verse a sí mismo. Un Bochán que cree que es su sombra la que lo tiene atrapado y no quiere darse cuenta de que su poder, su fuerza, el increible amor que mantiene encerrado en su corazón es lo que, si despierta, puede hacerlo cambiar por completo hasta perder los bordes de sí mismo.
    Yo tampoco puedo evitar llorar, y lo hago, solo que a mi alrededor no tengo una roca porosa que haga de esponja, solo un pañuelo de algodón gastado por el tiempo que absorbe una a una las lágrimas de liquido cristal transparente. ¡Has logrado llevarme a mi desierto. Ése que está escondido en el bosque!
    ¡Ay Rove, enlazador de palabras! ¡Sigue tejiendo! ¡Sigue tejiendo! Espero ser un puntito en esa larga bufanda... Te envío mi rojo amor, cálido como un viento solar y bello y asombroso como una aurora. TE QUIERO TESORO

    ResponderEliminar
  2. Melem, como Jonás, tampoco contiene sus lágrimas pero desconoce que existan rocas porosas que las absorvan y nunca tiene pañuelos.
    Usa sus manos.. el resto.. se lo traga y por eso está tan pálida ya que todo lo que entra, quiere escapar y cada vez el líquido sale mas concentrado,mas denso, mas cáustico.. Hace tiempo, comenzó a observar las dos líneas verticales que recorrian su rostro desde el lacrimal a la barbilla,y como, pese a todo era presumida, decidió frotarse, extender el elixir blanqueante por todo el rostro y las pecas que lo inundaban desde su niñez comenzaron a difuminarse como la memoria de Bochán. En muchos momentos era lo que deseaba, llenar su memoria de lágrimas corrosivas, blanqueantes hasta hacerla desaparecer....
    Rove, sigue escribiendo!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  3. Mateafdrina, ya sabes que eres una gran parte de mi bufanda y una buena tejedora :-)

    Anónimo 1: ssss

    Anónimo 2:
    Me encantaría conocer a Melem. Me gustan los palíndromos... Ya me dirás dónde puedo ir a visitarla.

    Bss!!!!!

    ResponderEliminar
  4. Querido Rovemiodemisentretelas:
    Llevo una semana intentando macerar. Llevo una semana corriendo, llevando detrás a un Bohemundo entristecido y desmemoriado y luchando por no engullir las palabras-bestia para sólo llorarlas encima de una roca.

    No puedo creer que tus mundos estén en mis mundos, eso me hace estar ensimismada porque lo mismo hasta sabes qué va a pasar y me lo cuentas; a mi, que me bebo la vida de un trago sólo por curiosidad...

    En fin... si tengo que quedarme con frases, con párrafos; hoy es el texto entero...
    "Bohemundo levanta murallas incluso a su sombra"... ¡Qué murallas más compactas, qué murallas más débiles!

    Me gusta cómo miras el mundo, tú tienes los ojos en el sitio perfecto.

    Un beso y,como siempre, a sus pies.

    ResponderEliminar
  5. Muchas gracias, María. Ya veo que todos los mundos viven en una espiral :-)

    Bss!!!

    ResponderEliminar
  6. Rove, eres el rey de la metáfora.
    Bohemundo y Bochán me encandilan y quiero seguir leyendo para ver como llegan al encuentro, a la memoria y ser.
    Besicos muchos.

    ResponderEliminar