16 de noviembre de 2012

Me llaman Viento

Por ChangHyun Bang (stock.xchng)
    

    Me llaman Viento, y cierto será que mi verdadero nombre carece de importancia. Nací lejos de cualquier lugar cuando eso aún era posible, en una zona afanada en decorarse con zumaques, chaparros y olivos. Por lo que he conocido hasta ahora, puedo asegurar que provenir de un apartado entorno rural se asemeja, si no suplanta o sustituye, al salvajismo. Así es como me creen: Salvaje.
    No venero más religión que la tierra, el cielo y mi cuerpo. ¿Cómo podría alejarme de estos elementos sagrados, si mis padres me enseñaron que son los que nos unen? En mis veintitrés años de vida he encontrado a infinidad de personas que tomaban por verdad suprema los asombrosos cuentos que me relataban, me hablaron de dioses, de sentimientos positivos, del amor, del diablo y las fuerzas malignas que equilibran el mundo, del odio, de la voluntad, del dinero, la ciencia, la inteligencia… Y pese a toda esa cínica verborrea pude comprobar que siempre acabábamos unidos por lo mismo que los animales: la tierra, el cielo y nuestros cuerpos. ¡Cuántas noches bailando juntos, bebiendo y riendo mientras disfrutábamos de una espléndida luna! ¡Cuántos días tumbados en la arena mientras nos arrullaba el océano y el sol nos calentaba! 


    Paso, en serio. Jamás intentaré convencer a nadie de mis razones sagradas. Conozco a los humanos, seguro que intentan convertirlas en religión o en motivo de chanza, hasta yo lo haría… Sí, sí, yo venero y ridiculizo todas mis cosas sagradas a diario, no vaya a ser que caduquen. Pero… Pido disculpas por este speech, como dicen los modernos, disculpas y perdón, no quería pasear por estas veredas en tan importante compañía como la tuya, querido grabador de voz en mp3. Se me hace mogollón de raro hablarte, maquinita gris. Sin embargo, no tengo mejor manera de tomar apuntes en estas circunstancias. Jo, cuánto me gusta mi nombre: ¡Viento! Me parece fantástico. Me lo puso mi amigo Carlos un día de verano por razones que es mejor no contar… Como no podéis verme, os digo que estoy sonriendo como una luna creciente, casi os parecerá escuchar mi risa y todo. Creo que hay pasados que son como una vela apagada, ya no puedes verla brillar pero sabes por donde viste su luz y hacia donde dirigirte para encontrarla. 


    Se ha encendido el pilotito rojo de “poca batería”. Si has escuchado esto es porque has encontrado mi cielo, mi tierra y mi cuerpo. Definamos mi cuerpo a estas alturas como algo insustancial, digamos que mi tierra es todo eso que me sepultaba, incluyendo esta especie de cajón en el que me han metido. Y, por último, entendamos que mi cielo es todo esto que habéis escuchado, sobre todo lo que no os he contado, pero os aseguro que es azul, brillante y soleado. Cada vez parpadea con más intensidad el pilotito rojo, es lo único que ilumina la madera de esta especie de ataúd en el que estoy metida ¿Verdad que es bonito mi non




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