Photo credit: Thomas Hawk / Foter / CC BY-NC |
-No me puedo creer que enviaras en esas condiciones a Jonás a Entremundos-, dijo Sena cuando el silencio dejó de ser tan sonoro y se emancipó del lugar. Así evitaba hablar de aquella intrusión en sueño ajeno, ya habría tiempo de hacerlo cuando lo asimilaran, así le pareció que pensaría también Praix y lo observó colocarse la mano entre la sien y el ojo, cerrando ambos párpados. El gesto parecía poco delectable y, según Sena, la evidencia firme de un repentino dolor de cabeza. Era muy posible que la experiencia se lo hubiera provocado, ella en cambio se sentía físicamente bien. Lo miró con algo de preocupación pero él no dijo nada al respecto, tensó el cuello y las axilas para contener un bostezo, miró hacia la puerta como si pudiera entrar de un momento a otro alguien más y luego le contestó que ya sabía que las condiciones no eran las más adecuadas y que tenía el presentimiento de que las cosas podían no ir del todo bien, los Mamus se estaban haciendo fuertes allá.
-Por fortuna, Aya, estaba dispuesta a colaborar. Como soy un chico sin apellidos la guardiana de las orillas no me permite hablar con ella, así que tuve que echar mano de un intermediario. Me ayudó con ella Ventura, el tabernero de La Curia. Lo cierto es que elaboramos el plan sobre la marcha, improvisando más que elaborando. Jonás ya estaba intentando conseguir información para localizar el puente de Entremundos donde supuestamente se encontraría Aya y tarde o temprano intentaría localizarla directamente a ella para conseguir la información, teníamos que evitar que esto último sucediera. Lo preparamos todo para ese mismo día, a la noche. Yo me volví a Söen y envíe una comunicación a Alhadira mediante los tubos óricos, Aya se marchó para Entremundos y Ventura se encargó de hacer saber en qué puente se encontraría a los chismosos de la taberna. La información corrió como un guepardo hasta los oídos de Jonás y yo crucé los dedos.
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Aya desde la orilla
Aya desde la orilla
jejeeje me encanta la figura del tabernero y, mira tú por dónde, en mi mundo tiene la cara de un tal Julián, al cual cada día me gusta más darle besos jejeje
ResponderEliminar... tic tac ... a esperar jejeje
Ciento venticinco... :D
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