16 de febrero de 2014

Un cayado para bailar I



photo credit: cuellar via photopin cc


Presentación


Tras buscar en la wikipedia y en algún que otro portal especializado en el tema opté por la madera de olmo, según las fuentes consultadas es muy resistente a la putrefacción en ambientes húmedos, dura, hermosa y difícil de hender. Es el material perfecto para lo que quería fabricarme: Un cayado.

Un cayado para bailar.

Sí, habéis oído bien, querido o estimado, o fantástico público. Un cayado para bailar sin miedo, una tercera pierna, un apoyo para no caerme cuando pierda el equilibrio, porque lo perderé. Y lo perderé en todos los aspectos imaginables incluidos los imposibles. Porque para eso quiero bailar, para desafiar al equilibrio. Vayamos entonces entrando en materia con tranquilidad. Amigas, amigos, os contaré lo esencial, los prolegómenos y las razones. Bueno, las razones quizá me las ahorre, y no porque no tengan importancia ni porque me dé vergüenza airear mis miserias. Me las ahorraré, quizá, porque estoy seguro de que os aburrirían. A mí me aburren hasta el hartazgo. Oídlo bien: ¡HAS-TAEL-HAR-TAZ-GO!
Me aburren mucho mucho las razones, me aburren porque siempre quieren estar ahí presentes, incluso se disfrazan de otras palabras y se empiezan a llamar a sí mismas: motivo, excusa, leit motiv, impulso, motor, verdad... Las razones son un puto rollo, son verdaderamente agotadoras, incluso tienen un disfraz que casi roza la perfección, para que os hagáis una idea os diré que es como la famosa capa de invisibilidad de Harry Potter. Sí. Las razones se hacen invisibles para exigir más razones, para aumentar su ejercito de orcos razonables, si es que este concepto es posible. Pero no os alarméis, es fácil detectarlas. Cuando son invisibles se les pilla enseguida porque siempre, siempre, usan el “por qué”: ¿Por qué has hecho eso? ¿Y eso por qué lo dices?... Pero bueno, me estoy yendo del tema, no me permitáis divagar en exceso que como buen soñador sé hacerlo a lo grande. A lo que íbamos: mi baile.

Mi baile necesita tres magias esenciales: la de la palabra, la de la música y la del movimiento. Pensaréis que la primera es prescindible pero os demostraré que no, atentos:

Elegí la madera de olmo, como sabéis, porque es resistente a la putrefacción en ambientes húmedos. Y os aseguro que voy a sudar y a sacar mientras bailo todas las lágrimas de lo que dentro de mí quiera surgir cual alfaguara: alegría, pena, rabia, belleza, dolor... También porque es dura, hermosa y difícil de hender, como el alma. ¿Y veis la semejanza: olmo/alma? Sé que entre vosotros ya había alguno que se percató de este detalle, ¿verdad?. Sabed que con esta noble madera de olmo elaboraré mi cayado porque es así como bailaré, con el silencio, callado en toda la verdad de mi ser. Y me apoyaré en el ca-ya-do para no ca-er-me y bailaré, bailaré y bailaré hasta que todo se purifique.

El espectáculo está apunto de comenzar. ¡Muchas gracias!




No hay comentarios:

Publicar un comentario