11 de septiembre de 2013

Convalecencia




Photo credit: Carlos Luna / Foter / CC BY


-Ha perdido mucha sangre. ¡Apresúrate, trae un poco de mausand y unas gasas limpias! 

Praix mantenía la mano sobre el pecho de Jonás obstruyendo la herida al tiempo que murmuraba un salmo que aprendió de niño. Sena trajo el ungüento y las gasas, le temblaba el pulso y palidecía de preocupación. Ella misma manejó el mausand con presteza y lo aplicó sobre la herida, una vez taponado el agujero limpió como pudo la sangre seca usando un par de gasas y solo cuando terminó su tarea preguntó a Praix por lo sucedido. -No puedo responder a eso, solo sé que una intuición me llevó a socorrerle. Hacía tanto tiempo que no pisaba Entremundos que el viaje ha sido casi doloroso, usé la magia de la empatía con las cosas y cuando llegué no tuve tiempo de empatizarme con el proyectil. Vi caer a Jonás y lo traje hasta aquí. Eso es todo. No puedo contarte más. Espero que el mausand funcione y que tu pregunta no se convierta en una incógnita irresoluble.

El mausand se fabrica con lanolina, hoja de ficus religiosa machacada y con veneno de serpiente cristalina en una dosis ínfima pero necesaria, sin este veneno mortal no sería más que una vaselina para la protección labial. La serpiente cristalina es un ofidio del tamaño de un dedo anular que habita exclusivamente las orillas del lago Kinshuó. El hecho de ser tan pequeña y de habitar en una zona tan restringida unido a su color casi transparente, aparte de convertirle en un animal peligrosísimo, su veneno es tan fuerte que paraliza el cuerpo de un elefante en menos de 2 segundos y le provoca la muerte en el tercero, hacen que conseguir su preciado y temido veneno sea muy difícil. El mejor cazador de serpiente cristalina no atrapa más de 3 por año, aunque cazando un solo ejemplar se podría vivir tranquilamente sin grandes lujos un par de años, si no te muerde, claro; por lo general estos cazadores llamados Totes no suelen llegar a viejos. La mezcla de ficus religiosa y veneno de cristalina funciona como un potente astringente y magnífico analgésico además de otras propiedades curativas. Praix se retira en busca de unas mantas y Sena se queda al cuidado de Jonás tomándole de la mano, canta una de sus canciones y una lágrima que ella no percibe cae por la mejilla del enlazador. Praix vuelve, arropa con cuidado a Jonás y le pide a Sena que salga de la habitación y que trate de descansar, que esta noche hará guardia él y mañana la hará ella. Sena quisiera rebatirle y decirle que descanse él, que estará cansado del viaje… Pero se despide y cierra la puerta con cuidado. Praix vuelve a murmurar sus salmos curativos y la noche y el sueño lo atrapan con sigilo.



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