26 de septiembre de 2013

Los jardines blancos



Photo credit: Thomas ♫ / Foter / CC BY-NC-ND


Le conté a Jonas, eludiendo a propósito el nombre de Alhadira, que había ocurrido un hecho insólito en el corazón de las comunicaciones de Járiga:

-No es de un tema banal del que quería hablarte, ¿te parece si caminamos hasta la fuente de la araña? Adelante… Una nota se ha colado en nuestro sistema, no es un mensaje importante y en mi opinión no entraña peligro pero sí que cuestiona el buen funcionamiento de nuestra seguridad. Si el mensaje se ha filtrado casualmente por una falla quiere decir que hay un modo de entrar. Pero ya estamos trabajando en ello, hay una quincena de técnicos revisando Söen, aquello es un dédalo, una verdadera locura de tubos y nodos y distribuidores y… Pero a ti te quería hablar de Entremundos, Jonás. Pocas personas conocen qué es ese lugar, creo que una buena definición sería que es una línea que pasa por todos los seres y cosas, uniéndolos en una realidad que pueden compartir en un mismo tiempo.
Fuera de esa línea hay otras infinitas líneas que jamás se encuentran, otras que se tocan un instante, otras que se suman a otras líneas… Bueno, opciones infinitas para líneas infinitas, o mundos. La particularidad de Entremundos y la magia de ese lugar es muy sencilla: es común para todo lo que existe. Ya sé que no te estoy descubriendo nada que no sepas pero esta explicación me sirve de base para continuar. Como buen enlazador sabes que Járiga está conectada a Entremundos por medio de 24 puertas, solo visibles para quien sabe encontrarlas. Pues bien, quería saber tu opinión: ¿Es posible hallarlas por azar desde allí?

-Estadísticamente es improbable pero no imposible, se han de dar muchas casualidades, muchas coincidencias para que alguien pueda encontrar una de las puertas. Por lo tanto, sí, es posible hallarlas por azar-. Respondió Jonás mientras miraba las ramas desnudas de un árbol blanco. Algo llamó su atención, una hoja de color metálico que colgaba firme de una de las ramas más jóvenes. -Mira, Praix, aquella hoja aún aguanta, se ve que el otoño no ha podido con ella.

Praix ni siquiera miró, tampoco le dijo a Jonas que los árboles níveos siempre se guardan una hoja como patrón para cuando llegue la primavera pero sí que aprovechó la ocasión para preparar su ingeniería tenue, asintió con un “jum” como apoyando su comentario y metió la mano en el bolsillo interior de su levita, en ella una piedra de color pistacho al contacto con su piel comenzó a coger temperatura.



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2 comentarios:

  1. ¡qué preciosa línea! se me acaba de llenar la cabeza de ideas, de líneas cruzándose y de un mismo universo serpenteado... ¡qué wen muso eres copón copín copete! ¡amo al lío!... y la hoja-patrón ¡ma matao! que si, que ma doblao el culo otra vez (en fin, este comentario es a loPanPan, borrica como yo soy) ¡gracias!

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  2. Tengo mil líneas destinadas a cruzarse con el mundo bochánico. ¡Mua!

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